¿Por qué se produce?
La obstrucción congénita a nivel del conducto lacrimonasal es la causa más frecuente de lagrimeo en el primer año de vida. Ocurre hasta en un 6% de recién nacidos normales.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas pueden estar presentes en el nacimiento, aunque habitualmente se manifiestan a las 2-6 semanas, cuando madura la producción lagrimal.
Los niños afectados presentan:
- Exceso de lágrima entre el borde palpebral y la superficie ocular (“ojo encharcado”),
- Epífora (rebosamiento de la lágrima por las pestañas, los párpados y la mejilla),
- Reflujo de material mucoso por el punto lagrimal a la expresión del saco lagrimal (causante de que los párpados y las pestañas estén pegados al despertar)
- Dermatitis secundaria (debida al contacto constante con la lágrima).
Las condiciones que aumentan la congestión nasal, como son las enfermedades respiratorias altas, pueden exacerbar la sintomatología. Así mismo, la exposición al aire, el viento, el frío o el sol.
Pueden aparecer complicaciones secundarias: conjuntivitis, dacriocistitis aguda (dolor, tumefacción, rubor y calor en el área del canto interno) y celutitis preseptal. Es importante la exploración ocular para hacer el diagnóstico diferencial con otras patologías especialmente el glaucoma congénito que, aunque es poco frecuente, es grave y requiere un diagnóstico y tratamiento precoz.
¿Cuál es el tratamiento?
El 90-95% de los casos se resuelven espontáneamente antes de los 12 meses de vida, por lo que inicialmente se aconseja: observación, masaje del saco lagrimal e higiene correcta y frecuente de la zona (para evitar posibles sobreinfecciones). La duración del tratamiento conservador y el momento más adecuado para realizar un sondaje de la vía lacrimonasal depende de varios factores, especialmente de la gravedad del caso, la aparición de complicaciones y del criterio de cada oftalmólogo.
El sondaje tiene una alta tasa de éxito (más del 90%). Es un procedimiento muy sencillo pero por la edad de los pacientes debe efectuarse bajo anestesia general. Si éste fracasa, pueden ser necesarios procedimientos quirúrgicos adicionales: intubación canalicular con tubo de silicona, dacrioplastia (dilatación del conducto lacrimonasal con un catéter provisto de un balón), fractura del cornete inferior o dacriocistorrinostomía (como última opción).