¿Qué son?
Las lágrimas se producen, principalmente, en la glándula lagrimal, situada en la zona superior externa de la órbita. Su príncipal función es mantener mantener húmeda la superficie ocular, protegiéndola de la desecación mientras los párpados están abiertos. Además tiene otras funciones como: nutrir a la cornea, proteger de infecciones, atrapar y enjuagar cuerpos extraños con el parpadeo e intervenir en la visión. Cualquier anomalía en la lágrima provoca un empeoramiento visual.
Las lágrimas se eliminan hacia la fosa nasal a través de las llamadas vías lagrimales. Estas empiezan en el punto lagrimal. Existe uno inferior y otro superior en el ángulo interno de cada párpado y continúa con los canalículos superior e inferior, que son una especie de pequeñas tuberías que canalizan la lágrima hacia el saco lagrimal. En muchas ocasiones, estos dos canalículos confluyen en otro común antes de desembocar en el saco lagrimal, estructura que desempeña un papel muy importante en el correcto funcionamiento de la eliminación de la lágrima.
Durante el parpadeo, el tendón del músculo orbicular exprime el saco lagrimal, ya que su inserción en la pared ósea de la órbita es mediante un doble tendón que rodea por delante y por detrás el saco y, al exprimirlo, actúa como una bomba de succión que aspira la lágrima que se va acumulando en la superficie ocular y la lleva hacia la fosa nasal a través del conducto lacrimonasal, que desemboca en la nariz.
Cualquier alteración en una de las partes de esta vía se traduce en una mala eliminación de la lágrima y, consecuentemente, en un lagrimeo que puede ser constante o intermitente.